me encontraré anónima
entre similitudes
de mí misma.
Camino por la foto,
consciente de mí
no de lo vivo
que la habita
todos los días.
Y caeré en la cuenta
de que hubo, hay,
quien está siempre
pisando en París
una piedra.
Este poema es uno de los primeros que publiqué. Apareció en la tercera edición de "Crucerito - Tickets de poesía", que en 1995 editaban las poetas Gabriela De Cicco e Irene Ocampo.
Tiempo después, en 1996, fui invitada a hacer una lectura en el IV Festival Latinoamericano de Poesía (hoy Festival Internacional) de la ciudad de Rosario. Me sentía por demás de honrada, dado que había presentado un grupo de poemas al comité organizador y me habían seleccionado, incluso cuando mi trabajo era íntegramente inédito.
Aquella tarde de junio, compartí la mesa con los poetas Pablo Crash Solomonoff, Inés Introcaso, Mariana Brebbia, Marcelo Cutró y Ángel Oliva (hijo del maestro Aldo Oliva, poeta fundamental, de cuya mano tuve la fortuna de leer a muchos de los grandes autores de la literatura europea en mi tránsito -aún inconcluso- por la universidad) Recuerdo que leímos un viernes a las tres de la tarde, hora de la siesta y de la digestión del almuerzo. Y sin embargo, la sala estaba completa de público. Recuerdo que en el programa del evento titulaban a la mesa "Poetas jóvenes" (claro que lo éramos, yo estaba por cumplir 22 años y el mayor del grupo apenas si tendría 26). Recuerdo también que al momento de ver el programa y el título bajo el cual se nos presentaba comentamos entre nosotros la incomodidad que sentíamos por el calificativo "jóvenes". Y nos preguntábamos: ¿acaso los poetas octogenarios son presentados como "poetas ancianos"? ¿Quién cuestionaría la solidez de la violencia poética de Arthur Rimbaud aún cuando escribió toda su obra antes de los veinte años? Por supuesto que ninguno de nosotros, los poetas de aquella hora de la tarde, puede compararse con un gigante como Arthur Rimbaud... bueno, al menos yo no, por mi parte.
Más tarde, fuimos manifestando aquel malestar a los organizadores del festival que se realiza hasta hoy, desde 1993, cada año, y gratamente algunas cosas han cambiado: los poetas leen todos juntos, sea cual sea su edad o procedencia, porque lo que importa es la poesía y el poeta y su trabajo.
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