En una discusión bastante "endogámica" y porteña (espero que los calificativos no despierten a "Las Furias"), de la cual tuve conocimiento a través de un vínculo de Xenia Norton hacia www.dudodetodo.blogspot.com , y que tuvo lugar durante la segunda mitad del mes de octubre, vi que allí quienes intervenían hablaban de la escena literaria argentina comparándola con una fiesta. Entonces me acordé de uno de mis más juveniles poemas nunca publicado, aquí va:
Repetida
como el tam tam
rítmico.
Paseo por el salón
de una fiesta
a la que no fui invitada.
Estoy en mi lugar,
igual que vos
o cualquier otro.
Ajena me siento,
estando en mi derecho,
porque esta silla
no tiene nombre.
A pesar de la, para mí, notable inmadurez de este texto, lo subo a este blog por dos motivos: el primero, porque pertenece un libro que jamás publiqué y que jamás voy a publicar (al menos eso es lo que hoy creo y espero...); el segundo: porque considero que su metáfora continúa teniendo algún sustento. Me sorprende darme cuenta de que no reniego de mis primeros pasos, como tampoco de mi primer libro publicado (lugar común entre muchos escritores el de renegar y negar su primer libro). Tal vez porque los veo como parte del arduo aprendizaje que implica el camino de la literatura. Renegar y/o negar esos primeros pasos sería como decir que cuando se aprendió a caminar uno nunca se cayó ni tuvo un tropezón. En la medida en que vayamos pisando, se trazarán la huella y el sendero.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario