A veces uno se equivoca. Se equivoca feo para con uno mismo, se juega en contra. Es terrible darse cuenta de eso: que uno arriesga todo por miedo, que es lo mismo que por nada.
Esto me hace acordar a la lectura que con Aldo Oliva hacíamos de algunos pasajes de los Evangelios Apócrifos, ante los que el viejo concluía: "la palabra, da vida, pero también, la palabra, mata"
¿Y cómo salir del encierro involuntario pero autoimpuesto?¿Cómo salir del turbulento silencio?
Ya... ya... a veces es necesario un poco de silencio para llamar al silencio, para irse del ruido.
Basta de autocontemplación y autocomplacencia.
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