Ante el hálito del madrinazgo, continúo...
Los domingos tienen esa espantosa melancolía de los sueños incumplidos. Y no hay río que cobije. No hay. Aún cuando se pueda dedicar el tiempo a las cosas de uno, el domingo se esmera en transcurrir mullido y áspero.
Por lo demás, paciencia amigos, ya aprenderé a linkear.
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