viernes, octubre 21, 2016

universo y luz

Y al fin volvió Richard Bona a Rosario...



Para mí fue un suceso casi mágico, otra vez extraordinario. Su visita en Argentina se venía anunciando y parecía que no iba a pasar por Rosario, mi ciudad. Cuando finalmente se anunció su show aquí, faltaban escasos diez días para la fecha, ayer, anoche, 20 de octubre de 2016.
Volvió con nueva banda -la Mandekan Cubano- y con disco nuevo -Heritage, producido por Quincey Jones y editado este año.

Esta vez pude estar en primera fila y sacar las fotos que aparecen en este post.





Escuchar música en vivo es siempre una experiencia intensa, es disponerse a que te pasen cosas por la mente y por el cuerpo. Estaba ahí, disfrutando y pensaba: es un africano acompañado por una banda latinoamericana: es una banda latinoamericana acompañando a un músico africano: Transmigraciones culturales, mixtura, mezcla: riquezas musicales: las canciones nuevas en el repertorio junto a las canciones viejas en nuevas versiones, rejuvenecidas, resignificadas incluso en las voces de las mujeres que estábamos ahí y a las que él pidió escuchar en un improvisado coro en la ya clásica O Sen Sen Sen. Disfrutaba allí su música y pensaba en esta cosa loca de escuchar a un hombre cantar en un idioma que no comprendo en absoluto, el douala, su lengua natal. Más allá de algunas palabras sueltas en castellano y las intervenciones en inglés (más una canción en portugués) nada de lo que dijo entendí. La sonoridad de sus canciones le gana a todo y el sentido queda último, allá lejos, pendiente de una traducción posible a la vez que muy lejana en el tiempo, antes o después del encuentro con ese momento. Atrás de todo, como en un resquicio profundo, reptiliano, extraño y también certero, original, como esas cosas que se comprenden sin entender.

Fue una noche muy feliz para mí. 

Gracias, Universo
Gracias, Música
Gracias, Richard Bona


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