sábado, agosto 12, 2006

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Hace algún tiempo una poeta en ciernes me comentó lo mucho que le habían gustado los poemas de mi libro "100 muñecas". Me dijo que había querido conocerme porque quería conocer a "la chica que escribió los poemas que yo quiero escribir"... No me pareció un halago. En absoluto. Y no pude decir absolutamente nada. Sólo tuve una risa nerviosa que ocultaba una pregunta: ¿cuál será el drama de esa poeta en ciernes? ¿Por qué querría escribir los poemas que yo escribí? ¿Por qué desearía tal imposible? La única manera de lograr algo semejante sería convertirse en una especie de Pierre Ménard... pero yo no escribí el Quijote... Otra manera sería nacer de nuevo ella en mi cuerpo. O nacer de nuevo ella y tener la vida que yo tuve hasta el momento de escribir esos poemas. Otra manera, la más extrema, sería el canibalismo...
No deja de asombrarme el síndrome de copycat. Y menos con mi vida que no es mejor ni peor que la de cualquiera en este mundo. (Probablemente es mejor que la de quienes viven en El Líbano hoy día y más dura que la de quienes viven de renta en cualquier lugar).
En momentos de reflexiones semejantes, me viene a la memoria la última escena de la película "Slyver", cuando el personaje de Sharon Stone descubre las filmaciones que había hecho el personaje de William Baldwin y le apaga los monitores, al tiempo que le dice: "Buscate una vida".
Eso: "buscate una vida"!!!
Cada uno tiene una vida: la vida de uno.
Cada uno ocupa un lugar en este mundo: el lugar de uno.
Y esa es la mejor de las vidas.
Ese es el mejor de los lugares. El único espacio propio, original y particular, el que nadie, por mucho que se esmere, te puede expropiar.
Que duerman bien y sean felices

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