Gonzalo Córdoba Saavedra, de Grito Manso Editorial
Primera etapa de lectura
El texto que aparece más abajo es de Belén Campero, quien con estas palabras comentó generosamente el libro.
Cuando irrumpe la noche (...)
quedan espacios donde
la luz permanece
Caudal, de Mercedes Gómez de la Cruz
Caudal guarda la memoria del agua, es un
libro que habla de ella, de la cantidad de agua que fluye.
Habla de lo que tenemos y de lo que se
va, y por eso sobre todo de lo que no es posible acumular.
Caudal presenta los ciclos únicos, los
habita, les da un lugar, los hace fluir.
Cada viviente posee singularidad, como “ese fruto que a veces muere sin una boca”.
Y esa singularidad tiene un hábitat (oikos,
en griego) particular. Todos —los vivientes— tenemos un refugio adonde ir,
escapar del peligro y sobrevivir. Y Caudal es uno de ellos.
Escribir hospeda a la naturaleza. Caudal
nos muestra esa hospitalidad, nos hace detener en el punto justo para mirar,
solo eso, para poder luego aprender de memoria la pura interioridad, dice
Derrida del poema.
Están ahí la luz del sol y los pájaros,
pero también el propio cuerpo marcando las horas de lo posible,
el-paso-del-tiempo.
“Algo
de mí/hay en todas partes”
No tenemos que olvidarnos del sonido del
silencio presente y constante en la obra, podemos sentir el ritmo en la
recuperación de esa escucha.
“¿Decir
madurez es pensar en un fruto? O ¿es pensar en el tiempo en que nos llevó
aprender el silencio?”
Hay un juego establecido, un permiso,
entre el todo y el vacío que nos invita a reinventar el mundo. Mercedes dice: “el silencio es el rastro de lo desconocido”
El poema es el eco en el que las
palabras pueden decirse de otro modo, sostiene Maillard. Lo poético deja toda
explicación sin efecto.
Caudal nos encuentra con una naturaleza
que se mueve, que podemos hacer nuestra, una naturaleza a la que el aire le
impone hacerse flexible, inestable y que no se deja reducir a la fijeza de una
sola forma.
“Conozco
mi animal” Ella, conoce su casa y persiste “aunque en la selva/ conviva con la espina”.

Después, acompañades de buen vino y las riquísimas empanadas de la cocina de El Trocadero, improvisamos una peña.
Manuel Costa, canta el clásico El Cosechero
junto a Fer Gómez de la Cruz
(foto:M.G)
conversan en el patio de El Trocadero
(foto: M. G.)
(foto: Almudena Ávila)
(foto: M. G.)
selfie con Giselle Marino,
María Paula Alzugaray
y Alicia Salinas
GRACIAS por compartir esta alegría
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